La Diosa es la Madre Universal. Ella es la fuente de la fertilidad, de la sabiduría infinita y del amor. En la Wicca es representada en tres aspectos diferentes: la Doncella, la Madre y la Anciana, simbolizando las tres fases de la luna: creciente, llena y nueva (menguante). Ella es al mismo tiempo el campo virgen, el campo con cosechas y el campo adormecido, cubierto por el hielo de la Tierra. Ella da la luz a la abundancia. Sin embargo, como es ella misma la que lo da, también tiene derecho a quitársela. Esto no es del todo malo, pues el ser humano, al morir, descansará en sus brazos, o sea, volverá a la Madre. Ya que la Diosa es la Naturaleza, es al mismo tiempo la Tempestad y la Calma, el tornado y la lluvia fresca de primavera, la cuna y el túmulo. Pero pese a que ella posee las dos naturalezas, la Wicca la reverencia como aquella que dona fertilidad, amor y abundancia. Y por supuesto que conocemos su lado oscuro también. La vemos manifestada en la Luna, en el silencio de un bosque, en cada ola del mar y en cada césped verde de la primavera.
Por el agua que le fluye por por sus raíces que emergen desde la tierra amigapor el viento que cuela entre sus hojas meciéndolasy el fuego que despierta en la fricción de sus ramasque se elevan hacia el cielo infinito,los druidas contemplamos en el árbolla esencia del mundo.
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