Todos los días somos alguien distinto, empujados por la inercia de quien fuimos ayer y el impulso de quien creemos ser.

martes, 21 de junio de 2011

precipitaciones

Lluvia, en mis trémulas manos tengo el don y la oportunidad de figurarte eternamente. Escucho tus historias, tus gotas son como azúcar en mi paladar amargo y mis súplicas pareces corresponder con lágrimas.

Lluvia, en mis ojos tengo la suerte y la fortuna de a tus resplandores, y frágiles y danzantes, réplicas admirarlas amplia y consideradamente. Lluvia, cuando te oigo, cuando te percibo acompañan mis susurros tu voz, tu canto el más hermoso y contrincado es el sonido de la acción de desembocar toda tu furia y feminidad sobre nuestros secos pensamientos, sobre nuestros vacíos hogares y sobre cada efímera criatura a la que tu amor desbordas de vez en cuando.

Lluvia, en mi conciencia tengo el saber que otra cosa mas encantadora en mis ojos jamás ha de caber.

mermelada de verdades



Salgo de mi refugio sumergida en esta lluvia de repentinos pensamientos impalpables que me acosa diariamente. El colectivo de la razón, el colectivo de la unión, de la responsabilidad paso galopando y salpico en mi toda la culpa, el deseo de rebeldía y el tacto de prisión de los pasajeros. Mis auriculares se pusieron de acuerdo con un niño en la calle, condenada la frase de el a permanecer en mis oídos con impunidad y despecho. Pude recalcar la sensación de mi alma escapar despavorida y embelesada, desertora de una guerra de la cual nadie quiere participar, ¿o si?

Duelen las palabras, duele la expresión. Solo a los débiles que intentan con el esfuerzo diario sobrevivir al ultimátum bien merecido que le envían a la humanidad. Vengo de un lugar que flota en la nebulosa, venia juntando flores y pastitos amarillos por el camino y ahora solo tengo la certeza de que poco a poco va embrocando mi corazón en el rió.