Y entonces nuevamente pude sentir el ardor de su piel y el perfume que manaba de ella. Sus huesos hicieron encojerse mi carne y estancados en el aire quedaron mis suspiros olvidados.
La comisura de su labio superior rozo mi boca, y percibi el aliento a mañana... seductor como el mismo. Enseguida nos perdimos, desertores de nuestros corazones.. vagando en las orillas del placer. Enredados y entrelazados con nuestras propias axtremidades, su columna formaba serpientes encantadas nadando en el áspero desierto de sal y sudor. Mis gemidos eran acompañados fogosamente de los cosquilleos que recorrian todo mi cuerpo, estremecidos y adorados por la luna poco a poco comenzamos un deja-vú eterno, donde vivimos una y otra vez la historia hasta despertar con el sol sobre nuestos rostros. Las velas habian expirado, dejando un espiral de recuerdos y reencuentros en mi mente y cuando ya comenzaba a perderme nuevamente en un sueño sin final, oí el rugido feroz del mar que ayer pareció ser saciado con nuestro encuentro carnal en la oscuridad invernal.
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