Lluvia, en mis trémulas manos tengo el don y la oportunidad de figurarte eternamente. Escucho tus historias, tus gotas son como azúcar en mi paladar amargo y mis súplicas pareces corresponder con lágrimas.
Lluvia, en mis ojos tengo la suerte y la fortuna de a tus resplandores, y frágiles y danzantes, réplicas admirarlas amplia y consideradamente. Lluvia, cuando te oigo, cuando te percibo acompañan mis susurros tu voz, tu canto el más hermoso y contrincado es el sonido de la acción de desembocar toda tu furia y feminidad sobre nuestros secos pensamientos, sobre nuestros vacíos hogares y sobre cada efímera criatura a la que tu amor desbordas de vez en cuando.
Lluvia, en mi conciencia tengo el saber que otra cosa mas encantadora en mis ojos jamás ha de caber.